jueves, febrero 17, 2005

Un Ruego

CANONICEMOS A LAS PUTAS. Santoral del sábado: Bety,
Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires
provisorias llenas de gracia, manantiales de generosidad.

Das el placer, oh puta redentora del mundo y nada pides a
cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser
amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con
los lloriqueos, las reconvenciones, y los celos. No obligas
a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la
sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu
seno a los pecadores, escuchas las palabras y los
sueños, sonries y besas. Eres paciente, experta, atribulada,
sabia, sin rancor.

No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta;
anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los
viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color;
soportas las agresiones del orgullo, las acechanzas de
los enfermos, alivias a los impotentes, estimulas a los
tímidos, complaces a los hartos, encuentras la formula
de los desencantados. Eres la confidente del borracho,
el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo.

Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel,
tus víceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte,
moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido,
dócil a las maneras del amor.

Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie;
no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia,
fluidez, perpetuidad.

En el lugar que oficias a la verdad y a la belleza de la vida,
Ya sea en el burdel elegante, la casa discreta o el camastro
de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de
agua y un pan.

Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de
siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los
hipócritas y de los perversos, te doy todo mi dinero, te
corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender de
tí todo el tiempo.


Jaime Sabines (1926-1999)